lunes, 3 de diciembre de 2012


EL ÉXITO EN EL MATRIMONIO

Consideras que el éxito en el matrimonio depende del amor, del dinero o de la vida sexual?

Aun cuando se han desarrollado estrategias muy avanzadas y de alta tecnología para múltiples acciones humanas, todavía no existe un mecanismo cien por ciento fiable a la hora de pronosticar el éxito o el fracaso en el matrimonio.

Sin embargo fruto de la investigación en los últimos años entorno a la psicología del comportamiento humano, se ha extrapolado una regla de oro; con la cual se podría predecir este triunfo o desengaño; los mismos que no dependerían del amor, ni de la vida sexual, ni tampoco del dinero como se  creía en el siglo pasado.

El factor esencial sería la capacidad de cada individuo de manejar los conflictos, los desacuerdos, la práctica de negociar, maniobrar el juego de poderes, perder y ganar. Y la clave consistiría en desarrollar habilidades, tácticas y estrategias que nos permitan salir bien librados de cada contienda, haciendo que el matrimonio se vea fortalecido y no debilitado. Tomando conciencia que las discrepancias son inevitables en cualquier tipo de relación, más aún en la de mayor significación para la vida como suele ser el matrimonio.

Los adultos de hoy entonces deberíamos estar conscientes de esto y hacer nuestros mayores esfuerzos por afianzar, desarrollar o incorporar estas destrezas en nosotros mismos. Y más conscientes aún de hacerlo a tiempo con nuestros hijos, ya que todas estas competencias se despliegan a partir de la primera infancia, de allí la importancia de permitir a nuestros hijos desde muy pequeños solucionar sus propios conflictos hermanales, parentales, escolares, amistosos, etc.

Cada ocasión en la cual les impidamos a nuestros hijos actuar, tomar sus propias decisiones y obtener consecuencias al respecto de los conflictos, por nuestra obsesiva sobreprotección, perderán una valiosa e irrecuperable oportunidad de aprendizaje para la vida; quedando atrapados en una dinámica que nunca dará pie a la aceptación del otro, e intentará casi siempre que sea el compañero quien se acomode a sus propias y generalmente egoístas expectativas; generando ideales y perfiles a los cuales casi es imposible amoldarse ya que reproducen solamente  el consentimiento de los caprichos infantiles desde los padres,  con la consecuente desvalorización que conlleva la frustración del adulto, al sentirse aislado, no comprendido y sobretodo no complacido.

No permitamos que nuestros hijos dejen de lado lo que es en realidad importante para el fortalecimiento de cualquier vínculo, la genuina intención del corazón de resolver los conflictos y robustecer relaciones.

Karina Rueda
03 /12/ 2012

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